domingo, febrero 19, 2006

Una mirada a la obscuridad


Phillip K. Dick es uno de los escritores de ciencia ficción más reconocidos, su obra, empero, se aleja de imperios galácticos, naves y lo que el común asocia con este género; sus novelas abordan distopias y ucronías, con un estilo paranoico de escribir y mucho más de digerir para el lector, un crítico social que nos lleva al futuro no tan lejano, que en ocasiones me pregunto si no lo habremos alcanzado o superado ya. Al escritor le importan más el factor humano, la convivencia y el día a día de una sociedad a todas luces decadente.

En esta entrada comentaré el último libro que lei de este autor. Una mirada a la obscuridad (a scanner darkly)

Es conocido que Dick experimentaba con drogas para escribir, y que hubo un momento en el que las circunstacias vitales que lo rodeaban lo llevaron a la reclusión y la adicción.

En esta novela Dick afronta esa etapa de su vida, sobría y pesimistamente. "No soy un personaje de esta novela; soy la novela en sí", dice Dick en el epílogo. Gran verdad, y el mejor resumen posible de este trabajo imperecedero.

La trama se centra en Fred un policia "anti narcóticos". La policía introduce de incógnito a sus agentes en el mundo de los pequeños narcotraficantes y, para preservar su verdadera identidad, cuando se relacionan con otros policías los viste con el llamado monotraje mezclador, que los distorsiona a los ojos de los demás. De este modo, se da una situación completamente esquizofrénica: el mismo policía que, embutido en su monotraje mezclador, sigue las evoluciones del caso y a su sospechoso, puede llegar a ser, en su doble vida, el propio objetivo que está investigando. Por otro lado, Bob Arctor, es un drogadicto de M, Muerte, una droga realmente peligrosa, que acaba destruyendo la psique de sus consumidores, que vive en una sociedad que va a pique, rodeado de "amigos" de los cuales duda a cada momento, que son simplemente compañeros circusntanciales en el mundo de la adicción. La novela narra el proceso de deterioro de Fred y el de Arctor, la constante amenaza de ser descubiertos, las dudas acerca de quién puede ser un agente infiltrado y quién un simple delator.

A lo largo de la trama irá dejando relaciones (más que amistades), posibles amores que no llegan a ser, sobre todo, su propia integridad física y mental.

El libro es una amarga confesión acerca del propio autor, su vida, sus amistades y el mundo de adictos que pasaron a engrosar la lista de difuntos o, como en el caso de su protagonista, Bob Arctor, enfermos mentales incurables.

Formalmente, la novela se abre también a la experimentación estilística, sumando a la narración habitual párrafos en alemán, idioma que Dick dominaba, gracias a su abuelo o líneas de diálogos teatrales que ayudan a potenciar los efectos alucinatorios de la narración.

Es un libro impresionante, no por la tensión o los giros sorpresivos de otras obras de Dick, ni por su claramente mensaje moral, también intrínseco en sus obras; de hecho es un tanto predecible, sino porque está escrito con toda la rabia de un Dick que, si bien siempre dio algo de sí en sus obras, aquí se superó a sí mismo y volcó todo lo que había dentro de él. El epílogo, donde el mismo autor confieza esto, y que nos trae a la realidad cotidiana, al mundo que como en un espejo estaba reflejado en la novela es lo que la hace sobrecojedora.

Como corolario, he de comentar que se está rodando una película basada en esta novela, pueden ver el trailer aqui

1 comentario:

Errantus dijo...

Ya sabes que este libro fue demasiado fuerte para mí. Como tú dices, a Dick le importa un idem la tecnología como tal, tan sólo es una excusa para analizar al ser humano en un escenario hipotético y, generalmente, aterrador.