martes, diciembre 26, 2006

El Aleph


El Aleph es en realidad un cuento dentro de una colección de 17 cuentos de J.L. Borges. Como la mayoría de los cuentos del maestro argentino, un cuento críptico, lleno de referencias y conceptos filosóficos, denso e interesante.

El concepto de Aleph nace con Cantor, que define la cardinalidad de los infinitos, así Aleph cero es la cardinalidad más baja y cada infinito (desde los naturales hasta los reales) tiene una cardinalidad diferente y progresiva, teniendo en cuenta que existen infinitos más grandes que otros.

Este concepto, originalmente matemático, fue entrando en la filosofía y Borges no es ajeno a él. En este relato narra el descubrimiento del Aleph, que es una esfera cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna.

“vi la circulación de mi propia sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré”...

Así describe Borges al Aleph, al infinito inmesurable e indescriptible, los sentimientos y palabras no alcanzan para describir en la literatura algo de semejante índole, sin embargo el argentino lo logra hacer con maestría.

“porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo.Sentí infinita veneración, infinita lástima.”

Borges trata de construir una meditación metafísica acerca del Universo y el infinito, el tratar de aprehender todo ese conocimiento es imposible, no podríamos entenderlo y sólo lograríamos listar una seria de acontecimientos inconexos, así como el coprotagonista del cuento, Carlos Argentino, lo hace.

La pretensión de la totalidad es imposible, sin embargo algo podemos recoger, algo podemos atesorar.

El autor, al final de este cuento, donde él mismo aparece como protagonista, se siente abrumado por haber visto el lugar donde la nada se hace infinito y el infinito se hace nada, ese lugar sin lugar pero omnipresente, sin embargo, como Sor Juana en su poema, finjamos que soy feliz y la ignorancia, Borges encuentra descanso en el olvido, donde la mente porosa, como él la define, deja pasar todo ese conocimiento para no estallar. O tal vez, para no recordar el amor que en un momento nos llevó todo nuestro ser

"Nuestra mente es porosa para el olvido ; yo mismo estoy falseando y perdiendo, bajo la trágica erosión de los años, los rasgos de Beatriz"


Para leer el relato completo, da click AQUI

2 comentarios:

onis dijo...

Interesante, el 1, kabalísticamente hablando...
oyee te recomiendo ver la película Buñuel y la Mesa del rey Salomón... no sé porqué pero esa mesa, me recordó a la descripción de Borges,
gracias por la recomendación de este cuento,
cariños
olguita

Anónimo dijo...

Expléndido comentario.
Me has permitido ahorrarme la relectura del mismo, para asimilar el concepto.
Brillante.
Gracias
Mónica